“Eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca”. Así, más o menos, comienza el adiestramiento en la especie humana, de manera que educación rima, en cierto sentido, con represión; aunque también lo hace con civilización y pacificación. El Principio de Placer se somete progresivamente al Principio de Realidad Social.
El verdadero éxito del arte de la educación radica en que aquello que ha sido inculcado por el grupo aparezca al individuo como vocación y culminación satisfactoria de sus anhelos.
Los deseos, caprichos y fantasías siempre se hallan organizados socialmente. Sería conveniente hacer una taxonomía de los mismos para comprender su función entre los seres humanos. Como canta Bumbury, hay deseos “de usar y tirar” y Buñuel nos encandiló con los “oscuros objetos” que perseguimos con ellos. Quevedo, por su parte, se anticipó a la lógica del capitalismo: “lo mucho se vuelve poco con sólo desear otro poco más”. En torno a esta “pequeña” diferencia funciona toda la industria del consumo y de la moda: “desear un poco más”.
Antonio Ariño Villarroya
Vicerrector de Cultura de la Universitat de València